46 bombones

Primer aniversario Princesas al ataqueEs últimas semanas he vivido mi primer Día del Libro como escritora, mi primera Feria del Libro de Valencia y el primer aniversario de la publicación de Princesas al ataque. He subido fotos, comentado algunas cosas en mis redes sociales y no pensaba escribir una noticia al respecto, pero la verdad es que la visita al colegio Los Ángeles de Torrelodones fue tan especial que no podía dejarlo pasar.

Los alumnos de sexto de primaria habían leído El cofre mágico (y algunos habían seguido con la serie), así que fui a hablarles de cómo nació Princesas al ataque, cómo es desarrollar un trabajo creativo, qué pasos hay que seguir para publicar, etc. Se habían preparado genial la visita; entre lo que dije yo y lo que me preguntaron después no creo que quedase ningún aspecto de la serie del que no hablásemos.

Al llegar me encontré con que habían hecho un cartel con mi nombre, un cuaderno que estaba lleno de trabajos y dos figuras de cartulina, una de Mira y otra de Denébola. Fue muy emocionante, la verdad.

El cuaderno tiene trabajos sobre las estrellas (Mira, Denébola y Betelgeuse), las piedras que dan nombre a los reinos, dibujos, sugerencias de objetos mágicos, opiniones sobre el libro… ¡de todo! No sabría decir qué parte me ha gustado más, pero me han llamado la atención los nombres de algunos objetos mágicos que son especialmente convincentes. Por ejemplo, el mentilus 3000, de Laura, es un casco que sirve para leer la mente de otras personas, y la ultraburbuja, de Vanessa, crea una burbuja dentro de la cual se puede viajar.

                                   Península objetos mágicos Reinos Objetos mágicos 1

Otros objetos que no os podéis perder son:
– El siestatrón 0096, de Alberto, es un reloj digital. Puedes escribir el nombre de una persona y al instante se duerme. Si quieres, puedes hacer dormir al mundo entero.
– El cintuanimal, de Paula, te permite transformarte en cualquier animal, pero solo si te gustan de verdad y eres de buen corazón.
– El colgante burbu-blades, de Alejandra, vale para muchas cosas (como bola de cristal, para teletransportarte y para curar todas las heridas), pero está abandonado en un prado de hierba maldita y si lo tocas te congelas. Chan, chan, chan.

Al despedirme me regalaron un cofre de papel con palmeritas y joyas recortadas. Y, como las palmeras no eran de chocolate de verdad… ¡una caja repleta de bombones de chocolate negro!

La verdad es que me da un poco de vergüenza que alguien haga caso de las indirectas culinarias que pongo en mi web, porque cuando hablo de chocolate o de chuches de sandía lo hago dando por sentado que nadie me va a prestar mucha atención. Pero no me quejo, que quede claro. Cualquier gramo de vergüenza que pudiera sentir queda eclipsado por el chocolate negro.

La caja iba acompañada de dos flores de papel preciosas y, como si fuera poco, también me regalaron un ramo de flores y un retrato mío hecho por Lucía, una de las alumnas. Como veis, recibí más regalos que el día de reyes, pero lo mejor fue el trato que me dieron y la ilusión con que me hablaban los alumnos. ¡Muchas gracias a Manolo y a todos los profesores!

Bombones

(Para las mentes científicas: no sé si en la caja había exactamente cuarenta y seis bombones. Probablemente eran más, pero cuando decidí contarlos ya me había comido unos cuantos, así que hice una estimación. Sabía que el número tenía que ser par, que había cuatro pisos y que en cada piso había al menos diez bombones. Cuarenta y seis me pareció un buen número 😛 ).

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